Sapo gigante de Blomberg (Rhaebo blombergi) y la ranita venenosa Dendrobates (Excidobates) captivus. © Luis A. Coloma (Centro Jambatu)
Por fin la sociedad ecuatoriana empieza a valorar el
bioconocimiento. Un tesoro mayormente oculto para la ciencia y la sociedad por
siglos. Para quienes —unos pocos— generan nuevos conocimientos biológicos en
Ecuador, es la oportunidad de nuestras vidas para explorar un universo sin fin,
pletórico de descubrimientos y emprendimientos. No obstante, está claro que el
camino de la ciencia y tecnología en Ecuador es todavía una ruta poco
institucionalizada, incierta, y llena de curvas peligrosas, piedras y lodo. El
camino azaroso del pasado y los prometedores planes del Estado Ecuatoriano aportan
los ingredientes necesarios para la nueva sociedad del bioconocimiento, por lo
que el reciente hallazgo de un espécimen del sapo gigante de Blomberg (Rhaebo blombergi) y una perenne
y amarga queja de la comunidad científica ecuatoriana (Swing et al., 2014) involucrada en el
inventario y estudio de la biodiversidad nos ayudan a ilustrar una pequeña
porción de lo bueno y lo malo...
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